isoslayable(mente)

Analizame

febrero 01, 2010

Los kilómetros continúan atravesándome, ellos me regalan un paisaje hermoso del horizonte rojizo del cielo entrelazándose con el azul eterno de su inmensidad. Detrás de mí dejé promesas olvidadas en aquel lugar tan perfecto que luce irreal. Las canciones, como la arena de un reloj, pasan y me van sumergiendo en sus frases que inundan el alma de sensaciones tan tristes como un tango y tan alegres como un candombe, una gran dicotomía dentro de la que se encuentra el equilibrio. “Las despedidas son esos dolores dulces” me susurraba al oído un gran autor, y la verdad es que me voy con muy pocas de ellas, solo las suficientes para comprender que uno está partiendo y así poder cargar esas maletas llenas de imágenes, recuerdos y pensamientos para llevarlos a nuevos destinos. Aquellas despedidas tácitas son la razón para evitar un “Adiós”, un “Hasta siempre”, y simplemente continuar con aquello que dejé en “stand by” en el día del reencuentro.
Ismael me canta aquellas canciones que, según ella, le recuerdan a mí. “Ana, te veo y me declaro culpable de desear tu presencia más que desear la paz”. Mientras tanto le voy dando lugar al vacío que implica la rutina con la que pronto me encontraré. Tantas partidas, llegadas, despedidas y reencuentros me hacen sentir un nómade y esa es una palabra que quizás podría definir mi vida en todos sus aspectos… “nómade”, yendo de un lado a otro, un correr constante, siempre con un destino nuevo, con gente nueva a mi lado, un recambio constante. Quizás este viaje disparó todas las certidumbres que durante mucho tiempo me eludían y, sin embargo esta sensación no es agradable… tal vez el que decía “el que tiene una certeza sólo sabe equivocarse” estaba en lo correcto. “Tantas, tantas cosas seguirán pasando, que quizás las cosas no nos cambien tanto. Tantas, tantas cosas. Pero si te vas estos días serán esa sucia y vacía franja de playa que queda cuando tú te has ido, cuando el mar se aleja y la marea baja”.
Los pueblos quedan anclados en sus lugares, con tanta quietud como la de un lago helado y yo paso junto a ellos esperando llegar a destino y ansiando nunca jamás olvidar “el camino de regreso”.-

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